La #reconciliación que parece imposible es posible gracias a #Cristo

Vaticano 3 abril  2014

PFrancisco

El Santo Padre recuerda el sufrimiento de los ruandeses y las tantas heridas que todavía están lejos de cerrarse y, uniéndose de todo corazón al luto de la población, asegura sus oraciones por las comunidades eclesiales “a menudo desgarradas, por todas las víctimas y sus familias y por todos los ruandeses, independientemente de su religión, de su etnia o de su opción política”.

Dos décadas después de los trágicos acontecimientos de 1994 “la reconciliación y el restaño de las heridas siguen siendo, sin lugar a dudas la prioridad de la Iglesia en Ruanda -escribe el Papa-. El perdón de las ofensas y la reconciliación genuina que después de tanto sufrimiento podrían parecer imposibles desde el punto de vista humano son, sin embargo, un don que es posible recibir de Cristo gracias a la fe y a la oración, incluso si el camino es largo y requiere paciencia, respeto mutuo y diálogo”.

“Por tanto, la Iglesia tiene un lugar en la reconstrucción de la sociedad ruandesa reconciliada; con toda la fuerza de su fe y de la esperanza cristiana, así que adelante con vigor, dando constantemente testimonio de la verdad. Y para ello es importante que, más allá de los prejuicios y las divisiones étnicas, la Iglesia hable con una sola voz, manifieste su unidad manifiesta y reafirme su comunión con la Iglesia universal y con el Sucesor de Pedro”.

En ese contexto de reconciliación nacional, también es necesario fortalecer las relaciones de confianza entre la Iglesia y el Estado, y la celebración del cincuenta aniversario de la apertura de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Ruanda brinda la oportunidad de recordar sus benéficas repercusiones en el país.

“Un diálogo constructivo y genuino con las autoridades -reitera el Pontífice- fomenta el trabajo en común de reconciliación y de reconstrucción de la sociedad basado en los valores de la dignidad humana, la justicia y la paz. Sed una Iglesia ‘en salida’ que sepa tomar la iniciativa y generar confianza”.

El Papa resalta luego el aporte insustituible de la Iglesia al bien común, sobre todo en los sectores de la educación y la salud. En este último, hay tantas personas que se dedican a las víctimas de la guerra, heridas “en el alma o en el cuerpo”, especialmente las viudas y los huérfanos, sin descuidar a los ancianos y enfermos.

El Santo Padre subraya también que la educación de los jóvenes “es la clave para el futuro en un país donde la población se renueva rápidamente” y “por lo tanto, es deber de la Iglesia formar a los niños y jóvenes en los valores del Evangelio que…, serán para ellos como una brújula que indica el camino. Tienen que aprenden a ser miembros activos y generosos de la sociedad, porque en ellos reside su futuro”.

En la tarea de evangelización y reconstrucción, los laicos “tienen un papel crucial” y su labor en la sociedad será creíble en la medida en que sean “competentes y honrados”. El Santo Padre insta en este sentido a los obispos a prestar atención a su formación y les recuerda, al mismo tiempo, que dediquen toda la atención posible a las familias ruandesas, muchas de las cuales han sido “desgarradas y recompuestas”. No olvida a los sacerdotes, a quien expresa su gratitud porque su tarea es “todavía más gravosa ya que son poco numerosos”.

El Pontífice termina su discurso encomendando Ruanda a la protección materna de la Virgen María. “Es mi ferviente esperanza -escribe- que del Santuario de Kibeho irradie aún más el amor de María por sus hijos, especialmente por los más pobres y perjudicados, y que sea para la Iglesia en Ruanda, y fuera de ella, una llamada a dirigirse con confianza a ” Nuestra Señora de los Dolores “, para que acompañe a cada uno en su camino y obtenga el don de la reconciliación y la paz”.

Fuente Arciprensa.com

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