Todo en nuestra vida comienza por un encuentro. Pero, ¿es posible que yo viva este encuentro con Jesús Resucitado?

Miremos la experiencia de Pedro y Juan, quienes estaban viviendo los días tras la Pasión del Maestro ocultos en Jerusalén por miedo a los judíos. Pero en aquella mañana del primer día de la Semana, María Magdalena les sobresalta con un anuncio inesperado: Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto. Pedro y Juan salen corriendo para buscar la presencia del Señor. Llegando al sepulcro, se dieron cuenta de que allí no estaba Jesús. Sin embargo, fueron leales con lo que sus ojos veían: Vieron las vendas por el suelo y el sudario enrollado en un sitio aparte. Bastó esto para creer que se habían cumplido todas las promesas de Dios. Era bastante con contemplar las huellas que Dios había dejado a su paso para comprender el momento trascendental que estaban viviendo. Y aquella preocupación se cambió en una certeza tan profunda que ya nada ni nadie les pudo separar de la presencia de Dios.

Hoy nosotros podemos participar de esta experiencia si aprendemos a mirar con los ojos con los que ellos miraron, si aprendemos a buscar y descubrir las huellas de Dios en nuestra tierra y en nuestra vida. Hoy nosotros, como en aquel día la Magdalena, Pedro, Juan y el resto de discípulos, podemos gritar al mundo:

¿Por qué buscáis entres los muertos al que vive?

¡¡¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!!!