Carta semanal de Mons. #Osoro: “Luchamos contra la #pobreza”

manos unidas 2015El Papa Francisco nos ha dicho de una manera muy clara que la solidaridad “es un modo de su historia, porque nos empuja a trabajar por el bien común y el bien de los más necesitados, dando valor a sus capacidades, sus deseos y su fuerza para construir un futuro a la medida del ser humano. “Solidaridad, prosigue, es pensar y actuar en términos de comunidad, de dar la prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos”. Manos Unidas, en la Campaña Contra el Hambre de este año 2015, quiere ayudar a hacer verdad nuestro compromiso por mantener siempre la valentía de buscar las causas de la pobreza y adoptar por nuestra parte todas las medidas que sean necesarias para erradicar el hambre y la pobreza. De ahí el lema que ha propuesto este año: “Luchamos contra la pobreza. ¿Te apuntas?”.

Os invito a todos, cristianos y hombres y mujeres de buena voluntad, a unirnos a esta lucha que es tan significativa para nosotros. En ella tenemos que estar todos, pues el bien común y el de los más necesitados es la manera de construir el futuro con las medidas que tiene que tener todo ser humano. Pero también es cierto que la solidaridad solamente es posible pensando y actuando en términos de comunidad. Vivamos en, con y por la solidaridad con quienes luchan, con las fuerzas que nos regaló como gracia Jesucristo, por erradicar la pobreza. Unirnos en solidaridad a todos aquellos que quieren luchar por erradicar el hambre y la pobreza en el mundo es una necesidad imperiosa. Esta solidaridad se convierte en un reto. Sí, es un reto, es un camino, es un compromiso que tiene esta traducción: dispuestos a salir de las pobrezas y a descubrir el profundo significado que tiene la caridad en un mundo donde, como nos recuerda el Papa Francisco, se ha globalizado la indiferencia. Globalicemos el amor y la solidaridad.

¿Estamos dispuestos a vivir lo que nos propone el lema de este año Manos Unidas?: “Luchamos contra la pobreza”. ¿Te apuntas?”. Un lema que nos remite y nos evoca dos relatos del Evangelio: el de la Samaritana (Jn 4, 1-42) y el del Buen Samaritano (Lc 10, 25-37). Dos relatos en los que sus protagonistas son dos personas que no tienen nombre. Creo que el Señor desea y quiere que en esos relatos pongamos nuestros nombres, el de cada uno de nosotros, para que observemos nuestros rostros reales en la vida diaria, donde nos encontramos con los hombres y donde están los pobres. Imaginaos que ambos relatos del Evangelio son dos iconos que tengo delante de mí para contemplar: dirijamos la mirada a Jesús, a la Samaritana y al Buen Samaritano, pero también al pozo, a las gentes del pueblo de la samaritana, a quien está tirado en el suelo medio muerto y a quienes pasan a su lado. Ante esos iconos, seguro que tomamos una decisión clara. En el rostro de esos personajes nos veremos nosotros.

Y esa contemplación nos llevará a tomar una decisión: la de apuntarnos, pues es cierto que en Manos Unidas “luchamos contra la pobreza”. Y ello significa que asumimos el compromiso de tener y vivir:

1) una pasión absoluta por Cristo que, si es verdadera, nos lleva a vivir una pasión total por los hombres, y

2) a vivir en una búsqueda permanente de pozos y caminos. ¿Acaso no son estas situaciones las que nos llevan a nosotros a ser solidarios, a vivir junto a los que padecen toda clase de pobrezas? Hay que vivir la pasión por la humanidad tomando y abrevando la sed de agua, es decir, de amor que tienen todos los hombres. Solamente así responderemos a la segunda parte del lema de Manos Unidas: “¿Te apuntas?” Diré con fuerza: sí, me apunto.

Los dos textos evangélicos nos hablan de lo vulnerables que somos los hombres y de la debilidad que padecemos. Pero en ninguno de ellos esta vulnerabilidad y debilidad impiden o son obstáculo para encontrarnos con Jesús y decidirnos a luchar contra la pobreza. Cuando vivimos ignorando al pobre, a quien sufre hambre, a quien está desnudo, a quien vive explotado, a quien experimenta el desprecio, estamos ignorando a Cristo. Por eso, para la Iglesia y para el cristiano el encuentro con el pobre no es solamente una anécdota, pues con nuestra actitud respecto al pobre estamos definiendo nuestro ser, nuestro presente y nuestro futuro.

Nuestra vocación por los pobres nace del Evangelio. Luchar contra la pobreza no es una ideología. Tenemos que animarnos a renovar la misión entre quienes padecen la pobreza. La opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios” que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza” (cf. 2 Cor 8, 9). Son innumerables y dramáticas las situaciones de pobreza en el mundo actual. Es necesario esforzarnos por comprender y combatir sus causas estructurales, pero es urgente bajar al corazón mismo del hombre para luchar contra las raíces profundas del mal que le impiden responder a las necesidades apremiantes que tienen sus semejantes con el espíritu de la caridad de Cristo. En el mensaje de Cuaresma de febrero del año 2014, el Papa Francisco nos hablaba de una serie de pobrezas y miserias. Entre otras, la miseria moral. Y nos decía que esta miseria siempre está unida a una miseria espiritual que tiene su origen en el alejamiento de Dios y en creer que nos bastamos a nosotros mismos. Cierto: marginado Dios de nuestra vida, dejamos de globalizar el amor verdadero, el que viene de Dios. Y esto produce miseria en las relaciones, descontento, marginación, soledad, desesperanza, enfrentamiento, egoísmos. Construyamos la mentalidad del nosotros dando prioridad a la vida de todos y devolvamos así lo que le corresponde al pobre, poniendo nuestros bienes al servicio de los demás.

Os invito a todos los cristianos y a los hombres y mujeres de buena voluntad a participar en la colecta que Manos Unidas hace en la Campaña contra el Hambre, que este año tiene como lema: “Luchemos contra la pobreza. ¿Te apuntas?”. Apuntaos colaborando con lo que podáis cada uno, teniendo en vuestro corazón el significado que da el Evangelio al óbolo de la viuda pobre.

Con gran afecto, os bendice:

                                   +Carlos, Arzobispo de Madrid

FrimaOsoro

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